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Unidad
10
29-5304
Tanto en las corridas de toros como en las novilladas participan tres
matadores, a cada uno de los cuales le corresponden dos toros siguiendo
este orden, matador primero: toros 1 y 4, matador segundo, toros 2 y 5,
matador tercero: toros Зуб.
La lidia de cada uno de los seis toros se divide en tres fases o tercios.
También es la misión del presidente ordenar el cambio de tercios. El
primer tercio se llama la suerte de la pica o "tercio de varas" y lo lleva a
cabo el picador, es la más animada y terrible de la fiesta en la que caen
algunos caballos. Al terminar la suerte de la pica o de varas, empieza el
segundo tercio de la lidia que se llama la suerte de banderillas. El
banderillero lleva una banderilla en cada mano, que pone al toro. El último
tercio, llamado "de muerte", es el más interesante y más emocionante
tercio para los aficionados, ya que al final del mismo se ha de dar muerte
al toro, para lo cual el torero (matador) dispone de un cuarto de hora y se
requiere de él maestría y valentía. Antes de entrar a matar, el torero
realiza la llamada "faena de muletas" (tela de color rojo, sujeta por un
palo).
En los pases de la muleta puede lucirse el matador. Luego el mata-
dor se pone frente al toro y le clava el estoque en la parte alta del cuello.
Si el toro muere de la primera estocada, el público premia al matador con
una ovación y si no, hay pitos y gritos de desprecio.
De la misma manera es digno de mención el hecho de que en muchas
fiestas populares uno de los entretenimientos consiste en una imaginaria
corrida protagonizada por hombres vestidos de toro ... Todo esto no son
sino inocentes pasatiempos que los verdaderos aficionados miran con
desdén, pero que bastan para recordamos que el toro y el torero suscitan
una atracción casi espontánea en las clases populares e incluso en ciertos
sectores aristocráticos. El gobernador de Tarifa, ciudad del sur de España,
solía permitir que en ciertos días del año se dejara un toro en libertad por
las calles y la diversión de los habitantes consistía en cerrar las puertas
de sus casas y colocarse tras las rejas para contemplar los apuros de los
jóvenes incautos o de los forasteros que eran perseguidos por el toro sin
tener posibilidad de escapar. Festejos similares se pueden presenciar
todavía en la actualidad en algunos pueblos y ciudades de España; entre
todos ellos destaca el "encierro" de Pamplona durante lafiesta mayor de
la capital. Con cierta frecuencia hay que lamentar algunos heridos e
incluso muertos en la celebración de tales actos. Pero resultaría muy
impopular la abolición de los mismos.
(De la
"Enciclopedia
de
Labor")